Ayúdame
a quererte en este Julio seco, que pronto llegará el Invierno
y aún tengo que encontrar las fuerzas para no dejarnos morir de
frío. Deja tus manos enredadas en mi pelo, acerca de nuevo tu boca a
mi cuello y susúrrame el silencio de todo lo que hoy nos estamos
callando. y es que dime, ¿de qué sirve callarnos la vida cuando así
solo nos estamos matando? Ojalá tuviera tus caricias esta noche, la
fiebre inunda mi cuerpo y te escribo desde el sofá en donde debería
estar acurrucada a ti. La cama parece más grande conforme más te
alejas y ya ni siquiera puedo ver tu silueta cuando sale el sol. Mis
sábanas son hoy la definición exacta de una eternidad sin ti. Cómo
no morir ahogada si en cada verso alejas cualquier esperanza de
rescatarnos.
Cómo,
si tus manos han dejado de intentar nadar. Las mías están cansadas,
mi amor, apenas tienen fuerzas para acabar esta carta y pronto
dejarán de intentar salvarte, dame al menos aunque sea... un puto
motivo para odiarte.
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