Entrará en mi vida aquél que tenga su propia vida, quien me invite de vez en cuando a compartirla sin que quiera matar la soledad conmigo; quien entienda que al amor en libertad, también le gusta la compañía.

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sábado, 16 de mayo de 2015

Presentación. (Texto de Irene X).

Buenas noches, venía por la entrevista de despido. 
Soy la chica que rió la última.
Una vez me puse delante de alguien para recibir su disparo.
Desde que me pertenece algo de otro no puedo dormir.
Mire, toque: todavía conservo un orificio de salida donde hubo un músculo bombeando sangre.
No sabe usted qué mancha, qué cuadro torcido.
¿Quiere que le enseñe la bala o mejor en otro momento?
En fin, también he frenado en seco en mitad de una avenida
y he pedido perdón por si me daban las gracias.
Uno a veces sabe lo que necesita,
pero no lo que obtendrá al solicitarlo.
Por cierto, no vengo sola, mire ahí:
todo este ejército de infieles es mío
Toda esta batalla soy yo.
Otra vez confundí la guerra fría con la paz,
¿entiende usted algo de lo que estoy callando?
¿Cree usted en los/las rompecorazones?
Míreme, yo soy una rompecabezas.
Estoy más que preparada para desocupar este puesto.
¿Puedo olvidar o esta habitación es de no fumadores?
¿Sabe que usted y yo tenemos las mismas probabilidades de accidente doméstico, laboral o sentimental?
¿Por qué sonríe entonces?
Que yo no lo haga es una pena, pero mire: es la mía.
Ahora que lo pienso sonreír no me supone un esfuerzo si pienso en no volver a hacerlo.
Una vez vomité Matildas,
Imagínese usted si he amado.
Cuando no me encuentro bien me voy a buscar a la estación
Pero siempre me estoy yendo
Qué espera de una mujer a la que le gusta el pan con pan y se pasa de lista: errores.
¿Sabe usted que cometidos también son misiones?
En una vid anterior debí ser un hombre,
profundo como el lago Baikal.
Siberiano, claro. Y muy, muy frío.
Amado por cientos de mujeres bellas
que nunca dudaron en abandonarle.
Ahora soy ese ciento de mujeres bellas.
¿Ha tenido usted alguna vez la cabeza en otra parte?
¿Sabe acaso como recuperarla?
Dígame por qué estoy triste pudiendo no estar aquí.
¿Le he contado que tengo un vecino violinista?
Dios descansó en mi apellido
y no se volvió a despertar.
Desencantada me llamo Grecia
pero casi siempre llego demasiado pronto.

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