No hice fotos a los monumentos de Madrid, tenía el mejor a mi lado, y por los porros o por el amor, al final todos ciegos. Y yo sin verte, sin apreciarte ni valorarte. Y que se joda el mundo,
qué coño el mundo,
¡me jodo yo!
La chica que creía que lo tenía todo controlado y apareció alguien sin avisar que le dio la vuelta al escudo. Me gustaría que De viera todo lo que he cambiado, que ya no me asusta decir te quiero, tampoco me asusta besar delante de la multitud. Y todo esto se lo debo a Ce.
Pensarás que una vez más te he escrito un poema, pero no, vengo de frente, con las ideas claras, y alcanzándote esta amenaza, ultimátum. He comido tantos gusanos, que ahora tocar vomitar las mariposas.
Te aviso, la percha de mi habitación hay una nueva careta, por si quieres disfrazarte como hacías antes cada vez que venias a casa. Tu camiseta sigue en mi armario, creo que ya no huele a ti, pero me consuela el hecho de que mi ropa esté en el tuyo. Hay un problema de identidad entre tu ropa y la mía. También la llevo puesta en el corazón. La carpeta de imágenes proclama error catastrófico si pretendo borrar las tuyas. Mi lengua sigue escupiendo tus expresiones. Tus expresiones se las sigo contagiando venéreas a otros.
Compra una cerveza para otra, y ábrela con mis dientes.
Hemos estado comiendo en ruinas, y así me has dejado a mi. Para los débiles ya no hay amor. Y que venga quien sea a echarma para atrás, que yo le enseñaré que hemos viajado juntos a la otra punta del mundo, literal y emocionalmente.
Vuelve, y que nunca más exista la soledad en tu sofá.
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