Entrará en mi vida aquél que tenga su propia vida, quien me invite de vez en cuando a compartirla sin que quiera matar la soledad conmigo; quien entienda que al amor en libertad, también le gusta la compañía.

Páginas

domingo, 29 de marzo de 2015

Yo tan dispuesta a saltar al precipicio, y tú tan midiendo la altura al vacío.

Aún recuerdo la primera vez que te vi después de dejar de ser nosotros.
La sensación de nudo en la garganta, de no saber si besarte una, dos, o ninguna vez.
Esa voz en mi interior que me pedía que fueran treinta.
De repenter, escucharme a mí misma diciendo "Adiós", cuando lo que quería decir es "No te vayas", "Quédate un ratito, una vida y media", "¿No ves lo estúpidos que somos?", "Te echo de menos", "Te quierodio", "He olvidado cómo se duerme sin ti" y mil frases inconexas que luego tuve que ir sacándome una a una de la garganta en los días siguientes.
Recuerdo que un "Siempre dijimos que esto no nos pasaría a nosotros" se me quedó clavado en el paladar y tuve que tragármelo como se traga una pastilla, poniendo cara de asco y necesitando agua después.
O varios "¿Me vienes a buscar a la salida del insti?" que tuve que ir soltando en conversaciones con otras personas para que no me hicieran bola en el estómago.
Aunque lo peor fueron los "Te quiero", esos que nunca dijimos. Aún los sigo llevando escondidos en diferente rincones de mi cuerpo. Porque esos no se pueden tragar, no se merecen ser escupidos y no son intercambiables, no se los puedes decir a nadie más. Y eran para ti, para nuestras noches de colores y calores. Asi que, aquí están. Deberías venir a llevártelos algún día, como ese par de libros que te dejaste en mi mesilla, esa bolsa de farmacia que habita en mi caja de los recuerdos.
O no.
Quizás ya he aprendido a vivir con todos los te quiero que no te dije.

No hay comentarios:

Publicar un comentario