Entrará en mi vida aquél que tenga su propia vida, quien me invite de vez en cuando a compartirla sin que quiera matar la soledad conmigo; quien entienda que al amor en libertad, también le gusta la compañía.

Páginas

viernes, 12 de septiembre de 2014

Batallas del 30 de mayo. Fifth.

Te comprendo al cien por cien. Finalmente. Todas tus razones, todos tus motivos. Todas esas corrientes de aire que te arrancaron de raíz de mi camino. Fui tan obsesiva que creí que mi vida se acabaría tan pronto tú salieras por la puerta. Creí que me lo dabas todo, creí que yo también te lo daba. Qué ciega y equivocada estaba. Confundí el amor con otra cosa. Claro que te quería. Claro que te quiero. Pero mis acciones no eran de amor, sino de control, celos, obsesión. Quise enjaularte en una jaula muy pequeñita que contuviera todos tus movimientos. Traté de cortarte las alas sin tener derecho a ello. Confundí el amor incondicional con el sacrificio por exigencias del guión. Lo siento. Aunque te lo dije, estaba aprendiendo a querer. Aún así comprendo que dieras carpetazo a nuestra relación, que te olvidaras de mí. A mí la distancia y el tiempo me han hecho ver las cosas desde otro punto de vista. Te sigo queriendo hasta la extenuación, con cada uno de mis huesos y cada una de las partículas que me componen. Siento nostalgia, arrepentimiento, pena, dolor, culpa. Pero no siento rencor. Miro atrás y las imágenes de nuestro tiempo juntos consiguen hacer brotar alguna que otra lágrima, pero poco a poco voy haciéndome a la idea de que no volverás. De que no volveré. Que el sendero por el que nos escurríamos se truncó y dio lugar a dos caminos nuevos e independientes, sin ninguna interacción entre sí. Te echaré de menos a lo largo de mucho tiempo todavía, pero sé que, día a día, la opresión en el pecho disminuirá. Las memorias se irán diluyendo paulatinamente hasta que la rutina y el pasar de la vida nos pongan a cada uno en nuestro lugar. Serás siempre el primero, el de las grandes moralejas que aprender, el que robó mi primer latido sincero y mis primeros gemidos ingenuos. El que me enseñó muchas cosas, el primero. El primero que no será último. Quedará en mí una parte de ti, y a la inversa, porque todas las personas que conocemos ponen su granito de arena para formar este desierto que somos cada uno. Te daré eternamente las gracias por haberme mostrado de qué trata la felicidad, por haberme hecho reír tantos días y también por haberme hecho llorar. Descubriste mis partes rotas e intentaste arreglarlas, dejándolas bastante mejor que cuando nos conocimos. Gracias también por eso. Y por haberte quedado más de lo que podías. Me quedaré siempre con las ganas de decirte que te echo de menos y que te quiero, y que aunque ahora me duela todo esto, pasará, pasará como te pasó a ti, y espero que sea donde sea, llegues a ser feliz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario