Te busqué como se buscan los objetos perdidos, sin demasiada esperanza.
Hicimos el amor como si no fuera aquella nuestra primera, ni nuestra última intención. Como queriéndonos dejar algo para luego, para después. Para nunca.
Te escribo ahora, tarde, como siempre, porque ya sabes que no sé escribir cuando debería hacerlo. Te escribo ahora, que ya te he perdido, tal y como estaba calculado el minuto antes de encontrarte.
Perdona por tanto, si ahora me permito enamorarme de ti. Ya sabes que nunca me han gustado las personas hasta que las hago personajes.
Ahí, entonces, aquí, si sé amar, y besar, y follar, y tratarte como te mereces, bien y mal.
Sobre el papel no hay caricia que se me resista; ni se fingen los orgasmos, ni los susurros de después. Aquí puedo describirse con tan sumo cuidado, como si de volver a crearte se tratase.
Puedo hacer que digas exactamente lo que quiero escuchar, puedo hacer que quieras quedarte, y soltarte cuando yo decida echarme atrás.
Te escribo ahora, que no te tengo porque es la única manera que sé de tenerte.
Aquí, sobre el papel, eres tan y como imaginé, sin defectos, y las virtudes las invento. Aquí te creo yo, besadome en tu molde, pero partiendo desde cero, esculpiendo tu silueta como se esculpen las siluetas más perfectas, con la lengua y los dedos, y las manos y los ojos, y tu pelo y el mio, y tu piel y mis gemidos.
Te he conseguido hacer tan real, que casi te creo con los ojos abiertos, que casi te quiero, y es perfecto.
Tú no hace falta que vuelvas, ni para irte ni para quedarte. Y no es que no te eche de menos, es que desde que te has ido,
por
fin
te
tengo.
domingo, 4 de enero de 2015
Ahora te busco; nunca te encuentro.
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