-Si hubiese sabido que existo dentro de ti, me hubiese quedado.
-Si hubiese sabido que existías dentro de mí, te hubiese empujado yo misma a que te fueras.
-¿Cómo? Mira... Te he visto gobernar imperios, partirte la cara con la vida. ¿Sabes que te pasa?
-Cállate...
-No, cállate tú. ¿Sabes lo que te pasa? Te pasa que si oyes en alto te asustas. Te pasa que te asusto. En fin, te paso. Y te estoy pasando ahora. Por mucho que intentes sacarme de quicio, ponerme celoso, o jugar a ser la mala del bar. No lo eres... Y cuando sales a la calle a fumar, cuando ponen esa canción y te rompes los pies sobre las vans. Cuando te despiertas por la mañana y te acercas porque tienes frío, pero si te tapo te alejas... Cuando pasa todo eso, ya no hay forma de que cierre la boca.
Pero tú mientras tanto pones encima de la mesa todo el cinismo que te cabe dentro y escupes teorías sobre la independencia que no te crees ni tú.
Por eso me voy. Porque ya no sé si eres la valiente que lleva toda la vida haciéndome reír o la loba asustada que no sabe admitir que quiere que me quede.
-No quiero que te quedes.
-Vale...
-No, joder, escucha... No quiero que te quedes, quiero que te vayas.
Quiero echarte de menos, quiero echarte de menos tanto que no sienta las manos del miedo... Tanto que tenga que conspirar contra mis propias teorías y cantar a gritos corriendo por casa para no seguir escuchándote aquí dentro...
-(...) Sabes que nunca he compartido tus maneras, pero no cambiaría un ápice tu forma de retorcer las emociones, la vida...
-En la playa...
-¿Qué?
Que si mañana no niego haber tenido esta conversación; follamos en la playa.
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