Entrará en mi vida aquél que tenga su propia vida, quien me invite de vez en cuando a compartirla sin que quiera matar la soledad conmigo; quien entienda que al amor en libertad, también le gusta la compañía.

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domingo, 12 de octubre de 2014

Demonio.

Cualquier carta al dolor propio se escribirá sin remite, por si vuelve.
Que si quiero quedarme a tu lado sin motivos, imagínate con ellos.

Batallas del 30 de mayo. Sixth.

Poesía, mueres tú.

He pasado la tarde tumbada en el sofá.

En bragas, con la ventana abierta y las cortinas desnudas. Con toda la intención de poner cachondo al invierno, que se corra hasta el viento. Qué puto frío.

He esperado a que salieses a dar un paseo, con la cabeza alta mirando al suelo. Con la ternura de un cachorro y la rebeldía del que sabe que es rey de su selva.

He imaginado que en algún momento tendrías que pasar por aquí, como todos los días. Y que al ver las cortinas abiertas, te asomarías por si me pillabas leyendo un libro indiferente. Que apoyarías la cabeza contra la primera esquina y te masturbarías muy fuerte, hasta congelar tu descendencia en cualquier pared en pleno octubre.

Y después te irías a casa, a lamentarte por no haber tocado el timbre.

El cartero siempre llama dos veces, pero el poeta ninguna. Y así ando, recogiendo recibos despeinada, pero nunca versos y abrazos,

La musa sigue tumbada en el sofá con la ventana abierta. Como un preso convencido de que la libertad está en su propia cárcel.

Ahí la tienes, más misa que musa. Confundiéndote con otros, otras, balcones o lluvia.

Aquí me tienes, y así no me quieres.

Espero que al volver a casa, tu habitación siga desordenada de mis bailes, y no puedas evitar darte cualquier golpe de rabia contra la suerte.

Y vuelques el cenicero. Y en algún momento llores lo que tendría que haberme corrido, u ocurrido.

Yo tan mariposa que me confundas con tu futuro, capullo.

Y salgas corriendo a buscarme, por si sigo sola y sólo en piel, que es lo más probable.

Te espero desnuda por dentro.

SONRÍE, TIENES UNA POLLA PRECIOSA.

Si me vuelves a preguntar qué es amor, espero que sea con la boca llena.

Maleducado estás más guapo.
Y yo, encendida, también.

Yo también te espero.

A veces me permito esto, escribirte estas tonterías.
Lo hago sólo por imaginar esa cara de loco a punto de llorar que se te queda cuando ves mi nombre en el remite de tus cartas.Imaginarme como saltas sobre el buzón, y cómo te dejas caer en el sofá mientras lees todo esto, sonriendo nostálgicamente. Tocándote la tripa como antes solía hacer yo.
Empezaré como suele empezar todo el mundo en las cartas; ¿cómo estás, campeón?
Sonaba mejor cuando tu respuesta era inmediata acompañada de un abrazo, pero no importa, siempre he sabido esperar. Nunca dejé de esperarte, así que esperaré un; "todo genial, preciosa" a mediados de la semana que viene; cuando entonces sea yo la loca que se abalanza contra el buzón.
¿Sabes qué? No sabía lo que era echar de menos. Hasta el día en que te fuiste y me vi obligada a empezar a hacerlo.
No a ti, sino a todas esas pequeñas cosas que te hacían algo gigante en mi vida.
Ya nadie se toma la molestia de levantarme a gritos, Si supieras que ya no queda nadie que se atreva a llevarme la contraria. Como si puediese yo sola con todo este peso.
Qué mundo más absurdo que este sin que me obligues a ver todas esas películas sin sustancia que a ti te gustan, y a dormir mirando hacia tu lado.
Espero que la pobre ignorante que te acompañe aprenda a decirte que no, con la misma facilidad con la que yo aprendí a decirte que sí.
No te asustes. Todo lo que te odio es sólo una pequeña parte de lo que te quiero. Todo este rencor no llega ni al primer escalón de todos los recuerdos que me hacen escribir esta carta.
Te sigo esperando, sentada en Madrid. Con un café ardiendo en las manos y la nariz rojo nieve.
Te sigo esperando, no esperes que se me olvide.
Te sigo esperando
que no se te olvide.

viernes, 3 de octubre de 2014

Diálogo, supongamos, que al revés.

-Si hubiese sabido que existo dentro de ti, me hubiese quedado.
-Si hubiese sabido que existías dentro de mí, te hubiese empujado yo misma a que te fueras.
-¿Cómo? Mira... Te he visto gobernar imperios, partirte la cara con la vida. ¿Sabes que te pasa?
-Cállate...
-No, cállate tú. ¿Sabes lo que te pasa? Te pasa que si oyes en alto te asustas. Te pasa que te asusto. En fin, te paso. Y te estoy pasando ahora. Por mucho que intentes sacarme de quicio, ponerme celoso, o jugar a ser la mala del bar. No lo eres... Y cuando sales a la calle a fumar, cuando ponen esa canción y te rompes los pies sobre las vans. Cuando te despiertas por la mañana y te acercas porque tienes frío, pero si te tapo te alejas... Cuando pasa todo eso, ya no hay forma de que cierre la boca.
Pero tú mientras tanto pones encima de la mesa todo el cinismo que te cabe dentro y escupes teorías sobre la independencia que no te crees ni tú.
Por eso me voy. Porque ya no sé si eres la valiente que lleva toda la vida haciéndome reír o la loba asustada que no sabe admitir que quiere que me quede.
-No quiero que te quedes.
-Vale...
-No, joder, escucha... No quiero que te quedes, quiero que te vayas.
Quiero echarte de menos, quiero echarte de menos tanto que no sienta las manos del miedo... Tanto que tenga que conspirar contra mis propias teorías y cantar a gritos corriendo por casa para no seguir escuchándote aquí dentro...
-(...) Sabes que nunca he compartido tus maneras, pero no cambiaría un ápice tu forma de retorcer las emociones, la vida...
-En la playa...
-¿Qué?
Que si mañana no niego haber tenido esta conversación; follamos en la playa.

jueves, 2 de octubre de 2014