Entrará en mi vida aquél que tenga su propia vida, quien me invite de vez en cuando a compartirla sin que quiera matar la soledad conmigo; quien entienda que al amor en libertad, también le gusta la compañía.

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martes, 2 de febrero de 2016

3.

He cruzado dos palabras con él y ya sé que es de esos que dejan cicatrices.
Tiene todas esas cosas que me gustan superficialmete. Unos labios que llaman al mordisco, una forma de mirar que desnuda y dan ganas de borrar a lamentones cada uno de sus tatuajes.
Estaba delante de mí. Me contaba su historia. Aún no había empezado a profundizar y ya notaba que no me gustaba sólo por fuera. No sé, se reía de una manera diferente, y cuando levantaba los ojos justi después de bajar la mirada, los clavaba en los míos tanto que parecía que quería quedarse a vivir en ellos. Y yo no iba a desahucciarle de allí, eso seguro. Empezaba a tener ganas de que él fuera lo primero que quería ver al día siguiente por la mañana al despertar, y de sólo necesitar abrir mis ojos para saber que seguía ahí durante toda la noche.
Él debía pensar lo mismo, porque me invitó a su casa. Llamábamos hablando de nuestras vidas toda la noche, y si quedaba algo por contar, podía esperar a mañana. Lo que no podía esperar era la llamada del instinto, la magia del instante antes del primer beso, las ganas reprimidas, la explosión de libertad que supone arrancar un primer gemido, los dientes en el cuello.

miércoles, 16 de diciembre de 2015

Principios.

Conozco drogas con menos capacidad de adicción que tus abrazos de tres letras; ven.
Ven, que tengo el corazón y la cama sin hacer. Que a veces la vida me cueta trabajo y no me pagan por ella; que quiero decirte prosas, abriendo más las piernas que la boca. Vísteme despacio, que tengo prisa por volver a desnudarte. Sálvame la vida, pero déjame morirme de amor si apareces sin paraguas, cerca.
Córrete hacia la izquierda y hazme un hueco. Que yo ya me he corrido hacia tus manos sin permiso, sin educación. Déjame cubrirte las espaldas con el ombligo, déjame partirle la cara B a la vida. Déjame consolarte, consolarme, consolarnos. Déjame no ser si no hago, déjame hacer aunque no sea. Déjame ser suelo si te caes y cielo si lo tocas. Y nubes si te llueve; y tabla si te ahogas, y humo si ya no ríes.
Déjame hacerlo mal para sentirme bien. Déjame que sienta y siéntate que tengo algo que contarte.
Déjame, pero sobre todo; no me dejes.

lunes, 14 de diciembre de 2015

Polos invertidos.

Soy la que lloró cuando le dijeron su primer te quiero sincero.
El amor no es una mierda, el primer beso que cuenta es el que se da uno mismo en la primera herida que le hizo el que le dio otro, y de eso si, valientes, que no hemos olvidado.
Corazón tenemos todos, solo que unos más que otros.
Nos han hecho así, amantes, dramaturgos, poetas, hemos aprendido que tiene que doler, porque sino, no es amor. Nos han puesto límites de velocidad en las ganas, y amor, las multas se están acumulando en mi buzón, y si no vienes a sacarlas de ahí, terminaré por hundirme yo. Y si no vienes, tendré que aceptar que lo mejor del olvido es que está enamorado de volver, como tú.
Presentir es sentir antes de, porque sentir siempre es después de ti.
Es como yo. Existe donde yo existo. Es dueño, y así, está cada noche en mi cama.

viernes, 9 de octubre de 2015

Jueves.

Nuestro último intento fallido
fue una noche de jueves
de un ambiguo mes de julio.

Follamos como ángeles,
tal vez porque el deseo
tiene fecha de caducidad
aunque no nos atrevamos nunca 
a darle la vuelta al envoltorio.

Después me llevaste a merendar
a uno de esos sitios a los que
sólo me dejarían entrar contigo.

Parecíamos felices
pero en los siguientes días 
la realidad nos dio una patada en la cara.

miércoles, 30 de septiembre de 2015

El muro.

Estaba ahí, el muro que todos los que relamente han sufrido por amor levantan para protegerse del futuro. ¿Lo tiramos?, me dijo.

viernes, 21 de agosto de 2015

Prólogo de Elvira Sastre para 'Mi chica revolucionaria' de Diego Ojeda.

Diego, mi Diego, el Diego que yo conozco, es un niño de manos adultas y corazón arrítmico. Si le miras a los ojos y él te mira a ti, podrás ver la playa más bonita de sus islas; si te deja balancearte por su acento, te sentirás la chica mas guapa del baile; si tienes la suerte de caer en sus letras, borrarás el vacío de tu abecedario. Tener a Diego en tu vida es saber que dentro de ti siempre habrá una puerta abierta.
El día que conocí a Diego, noté el bullicio que lleva dentro, y eso me gustó: no lo oculta. Es un chico capaz de reconocer la parte bella de la duda y de abrazar con cariño a sus miedos; él sabe que la felicidad se esconde detrás de la tristeza y la busca a través de todos sus monstruos. Si no lo encuentra, sigue rascando. Si la encuentra, lo grita a los cuatro vientos y se vuelve un vendaval precioso. Diego es tierno, cariñoso, inseguro, soñador, frágil, valiente, amigo y sincero, y lo más bonito de él, es que a veces se le olvida. Por eso devora poemas y poetas: para que se lo recuerden (bien sabemos que leer poesía es mirarse a uno mismo, darle la vuelta a tus propios ojos).
El día que conocí a Diego, tomé uno de sus aviones hacia su universo, y desde entonces siempre vuelvo a él cada vez que se me olvida volar.

sábado, 8 de agosto de 2015

Disparos.

Mis sentimientos son balas para quien los provoca.
También hay infiernos de los que sales con ganas de volver a ellos.
Tú no abrazas, tú taladras el alma. Tú no observas, tú detallas la vida. No es nostalgia, es principio de quererte.
Lo bueno de tener el corazón tan así, tan a trozos, es poder quererte con cada uno de ellos.
Todo el que salta en mi cama acaba diciéndome que te echo de menos.
Le dijo: quiéreme como si fuera cerveza, y fóllame como si me hubiese bebido la última.
Seguís creyendo que las personas son lo que dicen, cuando en realidad son lo que callan.
Qué vais a saber del amor, si mutiláis margaritas para tratar de comprenderlo.
Si lo que he metido es la pata, ¿por qué me duele el corazón?