Entrará en mi vida aquél que tenga su propia vida, quien me invite de vez en cuando a compartirla sin que quiera matar la soledad conmigo; quien entienda que al amor en libertad, también le gusta la compañía.

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domingo, 31 de mayo de 2015

Nada que hacer.

He violado mi creencia en ti.
He borrado todo lo que había en mi de ti.
He falsificado firmas de un contrato que hace pedazos lo que esperabas de mi. 
Ahora cojo aire, me ato de cualquiera que me eleva y me hace olvidarme de ti. Ahora cojo aire, me ato de cualquiera que me eleva y me hará separarme de ti. 
Porque no hay nada que hacer, me declaro en huelga de sentimientos y placer. Ya no seré yo quien te ponga del revés, ni en la cama ni la piel. 
He buscado en ti todo lo que hay de mal para escusarme por intentar escapar, porque he prendido fuego a carnes que no debo, y ahora me he quedado sin fuerzas para más.
Vuelvo a coger el aire, me ato de cualquiera que me eleva y me separa de ti. Vuelvo a coger el aire, me ato de cualquiera que me eleva y me hará separarme de ti. 
Porque no hay nada que hacer.
Y quiero quererte bien, te miento, te digo que no es el momento, abre tus alas, vuela bien alto. No seré yo quien te ate al cemento.

miércoles, 27 de mayo de 2015

Escribo esto pensando en ti, pero esperando otro

Yo era una tarde de invierno, nostalgia y ceniza en la cama, los restos de un incendio provocado, las ruinas que quedan cuando un castillo es arrasado sin piedad. Un poema cansado, en forma de papel arrugado en la papelera de una oficina gris. 
Tú eras un paseo por Gran Vía un día de septiembre, el abrazo de bienvenida en la terminal de un aereopuerto, la hora del recreo, la tarde del viernes, la vuelta a casa después del instituto. Un sábado por la noche. El polvo de reconciliación de todas esas discusiones, que en el fondo son excusas para encontrar nuevas formas de quererse. 
Y entonces un día de primavera, te acercaste a mi con esa ternura que sólo tienen las personas que saben querer. Me lamíste la tristeza, y te avanlanzaste sobre mi espalda tiroteada. Cosiste con la paciencia de quien cree en lo que espera, las costuras rotas de mi corazón. Llenaste mi almohada de buenas noches, y mejores sueños.

sábado, 16 de mayo de 2015

Presentación. (Texto de Irene X).

Buenas noches, venía por la entrevista de despido. 
Soy la chica que rió la última.
Una vez me puse delante de alguien para recibir su disparo.
Desde que me pertenece algo de otro no puedo dormir.
Mire, toque: todavía conservo un orificio de salida donde hubo un músculo bombeando sangre.
No sabe usted qué mancha, qué cuadro torcido.
¿Quiere que le enseñe la bala o mejor en otro momento?
En fin, también he frenado en seco en mitad de una avenida
y he pedido perdón por si me daban las gracias.
Uno a veces sabe lo que necesita,
pero no lo que obtendrá al solicitarlo.
Por cierto, no vengo sola, mire ahí:
todo este ejército de infieles es mío
Toda esta batalla soy yo.
Otra vez confundí la guerra fría con la paz,
¿entiende usted algo de lo que estoy callando?
¿Cree usted en los/las rompecorazones?
Míreme, yo soy una rompecabezas.
Estoy más que preparada para desocupar este puesto.
¿Puedo olvidar o esta habitación es de no fumadores?
¿Sabe que usted y yo tenemos las mismas probabilidades de accidente doméstico, laboral o sentimental?
¿Por qué sonríe entonces?
Que yo no lo haga es una pena, pero mire: es la mía.
Ahora que lo pienso sonreír no me supone un esfuerzo si pienso en no volver a hacerlo.
Una vez vomité Matildas,
Imagínese usted si he amado.
Cuando no me encuentro bien me voy a buscar a la estación
Pero siempre me estoy yendo
Qué espera de una mujer a la que le gusta el pan con pan y se pasa de lista: errores.
¿Sabe usted que cometidos también son misiones?
En una vid anterior debí ser un hombre,
profundo como el lago Baikal.
Siberiano, claro. Y muy, muy frío.
Amado por cientos de mujeres bellas
que nunca dudaron en abandonarle.
Ahora soy ese ciento de mujeres bellas.
¿Ha tenido usted alguna vez la cabeza en otra parte?
¿Sabe acaso como recuperarla?
Dígame por qué estoy triste pudiendo no estar aquí.
¿Le he contado que tengo un vecino violinista?
Dios descansó en mi apellido
y no se volvió a despertar.
Desencantada me llamo Grecia
pero casi siempre llego demasiado pronto.